viernes, 7 febrero, 2025
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Salud. Ajuste, despidos y salida de la OMS

Milei: enemigo público N° 1 de la salud

Estamos ante un ajuste sin precedentes a la Salud Pública. El Gobierno Nacional, desde que asumió en 2023, implementó una serie de medidas en materia sanitaria que nos dan pistas de cuál sería su norte: finalizar la reforma inconclusa del menemismo para ir hacia la desregulación y privatización del sistema de salud.
La última medida anunciada, el retiro de Argentina de la OMS, con el argumento de que el organismo aplica “recetas no basadas en la ciencia”, resulta paradójica viniendo de aquel que dialoga con canes fallecidos o afirma que su hermana es la reencarnación de Moisés. Más contradictorio resulta el hecho de que el Gobierno pretende mayor “soberanía” con la renuncia a la OMS, pero al mismo tiempo nos hunde en el endeudamiento con el FMI, sigue al pie de la letra los pasos de su ventrílocuo Trump, y a su vez abraza sus recetas.
Por otro lado, la OMS, lejos de ser un faro que ilumine la política sanitaria en beneficio de la clase trabajadora, ha sido promotora del status quo en los sistemas de salud a nivel mundial en beneficio de las grandes potencias imperialistas. Eso no significa que esta medida de Milei persiga objetivos positivos, sino más bien avanzar en la agenda de las ultraderechas en todas las áreas, lo que implica retroceder aún más en materia de derechos.

Milei y su modelo
En los 90, el Gobierno de Menem inició un proceso que tuvo dos políticas sanitarias clave. La primera, mediante la Ley 24.061, realizó la última gran transferencia de hospitales nacionales a la órbita provincial y municipal, con 19 nosocomios, que dejaron al Ministerio de Salud Nacional prácticamente sin la administración de servicios de salud. La segunda fue el intento de implementar en el país los “Hospitales de Autogestión”, es decir, sin financiamiento público y con el aporte de los usuarios. Este último proyecto quedó a medio camino y no lograron llegar a la privatización del sistema.
Esa reforma inconclusa tiene sus razones. Se debe a la histórica lucha de los trabajadores de salud pública, que evitaron que se profundice, ganando el corazón de la población para la causa. En parte por ello, hoy en día, el 90 % de los argentinos rechaza el ajuste en salud (PulsarUBA, 2024).
En este marco, el Gobierno ataca frontalmente, pero administra inteligentemente las embestidas. No se anima a realizar o anunciar una reforma global del sistema de salud, o siquiera mencionar que su modelo es el estadounidense, tal como suele decir el Presidente en relación a otras políticas que pretende emular del imperialismo. Pero su proyecto es clarísimo y es reducir el sistema de salud pública al mínimo, en connivencia con la burocracia sindical que mantiene las cajas de las obras sociales y favoreciendo a las cámaras empresarias de medicina prepaga.

Medidas antisanitarias
Hagamos un recuento de las iniciativas del gobierno de ultraderecha:

  • Recortes en el PAMI y a la cobertura de medicamentos de jubilados.
  • Recorte de cobertura de los medicamentos de venta libre.
  • Ajuste en los programas de HIV, medicamentos oncológicos y enfermedades poco frecuentes.
  • Liberación de los precios de las cuotas de medicina prepaga y beneficios al sector.
  • Liberó la importación de medicamentos, desestimando toda posibilidad de producción estatal.
  • Despidos en el Ministerio de Salud, Hospital Posadas, Sommer y Bonaparte.
  • Congelamiento de los salarios de los trabajadores de la salud pública.
  • Retiro de Argentina de la OMS.

Los despidos, las luchas y la estrategia
El año arrancó con múltiples luchas de los trabajadores del Estado, y en el caso de la salud, un ejemplo a seguir fueron los trabajadores del Hospital Garrahan, que con unidad y lucha consecuente, lograron incluso arrancar un bono de 500 mil pesos al Gobierno e iniciar un proceso de coordinación más amplio mediante el Cabildo Abierto de Salud. Esa lucha se dio con independencia y una orientación distinta a la de las burocracias de SUTECBA y UPCN, que a pesar de sus intentos no pudieron boicotearla.
También finalizamos el año con la pelea por el pase a la carrera 6035 del colectivo de enfermería, con un fuerte protagonismo de la ALE que, con una amplia unidad, logró instalar nuevamente el tema de la discriminación a la enfermería en la Legislatura y, por escasos votos, el macrismo consiguió frenar el pase. A pesar de eso, se lograron conquistas parciales que, lejos de lo que han reclamado, demuestran que el GCBA tiene los fondos para pasar a la carrera a la enfermería.
Actualmente transitamos una situación de luchas contra los despidos en el Hospital Bonaparte, Sommer, Posadas y el Ministerio. Es clave en este escenario preguntarse qué están haciendo los gremios mayoritarios, que tendrían la capacidad para movilizar, coordinar y trazar un plan de lucha. UPCN, como lo enunció abiertamente su jerarca, Andrés Rodríguez: “No entiendo por qué me insisten tanto con un paro nacional”; demuestra una vez más los negociados de esta burocracia sindical podrida con el Ejecutivo de turno. En todos estos procesos de lucha ha actuado confrontando al activismo, dividiendo o desmovilizando según la ocasión.
Punto aparte merece ATE, que convoca a acciones aisladas, defensivas y bajo presión de las bases, sin diseñar un plan de lucha consecuente, y se encuentra atrapado en sus internas interburocráticas entre las diferentes “Verdes”. En alguna de estas luchas, incluso también, al igual que UPCN, han llamado a desmovilizar abiertamente, como en el Bonaparte. Esta política de estos dos sindicatos no es casual: persigue los objetivos políticos y electorales de diferentes sectores orgánicos del peronismo, que mantienen la pasividad de la CTA y la CGT y ven como salida a la barbarie que nos propone Milei esperar a las elecciones de 2025 y 2027.
Los usuarios no pueden esperar. Los despedidos no pueden esperar. El sistema de salud no puede esperar. Hay que actuar y rápido. Quedó demostrado que cuando se lo enfrenta al gobierno masivamente, es posible frenar los ataques y ponerlo a la defensiva, tal como ocurrió con la Universidad y el movimiento LGBTIQ+. El proceso de lucha global de la salud tiene mucha potencialidad, anclada en la simpatía social que tiene la salud pública, pero también en el hecho de que la burocracia sindical tiene un desprestigio enorme, como explicamos anteriormente.
Es por ello que resulta fundamental que, desde los diferentes procesos de lucha, sus activistas consecuentes y los sindicatos combativos de salud, gestemos una coordinación y movilización federal que convoque ampliamente para rechazar los despidos y ponga sobre la mesa lo que está pasando en el sistema de salud, explicando por qué el Gobierno tiene un plan de destrucción del sistema público. Nuestra agrupación está conversando esta propuesta con todos los sectores y convocando a una reunión de coordinación a la brevedad. Seguiremos militando por esta estrategia, entendiendo que cada día que pasa es clave en la lucha contra el Gobierno.

Mariano Veiga
Secretario General de AGIHM
Alternativa Salud/ANCLA

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