sábado, 19 abril, 2025
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De mandriles y mentiras

“¿Te creés que yo necesito una foto con Trump?, si estamos en perfecta sintonía con su administración, vayan a buscarla al ángulo, mandriles inmundos”, dijo el presidente Javier Milei a Alejandro Fantino en una entrevista que duró casi 5 horas y en la cual agredió a periodistas llamándolos “mandriles”, “imbéciles”, “ensobrados”, “mentirosos”, “repugnantes” y de estar “todos los días envenenando la vida a la gente con mentiras, calumnias, injurias, operando”. Milei, esta vez, nombró a Carlos Pagni, Alfredo Leuco y a Jorge Fernández Díaz, lo que dio muestras claras de que no los conoce. Nadie en este medio podría acusar de tales cosas a estos periodistas si realmente los conociera; se puede no coincidir con ellos, el Presidente tiene ese derecho, pero no insultarlos y agraviarlos de ese modo porque su comportamiento profesional está en las antípodas de lo que Milei describe. Leer y escuchar a Jorge Fernández Díaz, por ejemplo, es un ejercicio que cualquiera, con buenas intenciones, le recomendaría hacer al Presidente para obtener una clara lección de cómo debe ser el comportamiento cívico y respetuoso, y necesario para realizar la tarea de periodista de tal manera de poder analizar, criticar y por supuesto informar. Cuando lo escuchamos al Presidente comportarse como un “barrabrava” de la palabra, que generaliza en sus acusaciones para incitar al odio entre quienes piensan distinto, lamentablemente tenemos que entender que nos toca transitar esta etapa de la vida democrática donde la propia investidura presidencial se corroe por sí sola, porque no se entiende que sin respetar al otro se irrespeta a uno mismo. Nada le podemos pedir a sus fanáticos si quien incita a la violencia dialéctica es su propio líder.

Pero también, más allá del repudio a ese accionar, debemos analizar lo que el Presidente dijo en sus acusaciones. Habló de “mentiras”, justamente Javier Milei, que debe de ser el presidente, junto a Alberto Fernández, que más mentiras dijo y más inexactitudes cometió en un lapso que va de la campaña electoral a sus primeros 14 meses de gobierno. Veamos: “el ajuste lo va a pagar la casta política, no el ciudadano de pie”, dijo en la campaña, los números de la distribución de ingresos, de los jubilados, de los sectores afectados por ese recorte como la educación y la salud pública -todo esto merece una párrafo sustantivo- demuestran que no se equivocó, sino que simplemente mintió porque aún hoy se vanagloria de haberlo hecho como lo hizo; mucho más queda expuesto cuando vemos que algunas reparticiones del Estado, como la SIDE, se vieron beneficiadas con más recursos. Según un informe del CEPA de noviembre de 2024, de cada $100 ajustados en los primeros diez meses de 2024, $24,2 provinieron de recortes en jubilaciones, $23,6 de la obra pública, $12,8 de prestaciones sociales (como asignaciones, pensiones no contributivas y prestaciones del PAMI), $12,7 de subsidios y $12,6 de los gastos de funcionamiento del Estado, principalmente salarios.

Dijo Milei que tenía los dólares necesarios pata “dolarizar” la economía, y amenazó con mostrar su celular -también en una entrevista con Alejandro Fantino- y que iba a “dinamitar” el Banco Central; sin embargo, los dólares llegaron de la mano del Fondo Monetario Internacional, y de otros organismos internacionales de crédito, incrementando nuestra deuda externa, y llegaron, fundamentalmente, para reforzar las reservas de la entidad bancaria madre, que aún se sostiene sobre sus cimientos, lejos de ser derrumbada, y para fortalecer el peso argentino, que alguna vez Milei llamó “excremento”; nada más distinto a su promesa.

Milei también aseguró, siendo ya presidente, que tenía un plan para recuperar las Islas Malvinas; “sacala del ángulo” dijo derrochando soberbia sobre una cuestión tan sensible para la memoria de los argentinos; sin embargo, un año después, en un polémico discurso, dijo que su deseo es que los “malvinenses” -así los llamó- eligieran en el futuro ser argentinos, siendo el primer presidente de la democracia que reconoce el valor de la autodeterminación de los isleños.

También mintió deliberadamente, o por desconocimiento o improvisación, durante la campaña, cuando dijo que “iba a otorgarle un voucher a cada familia” para que elijan la escuela que creyeran mejor para sus hijos, cambiando el modelo de financiamiento educativo por oferta, como rige en la Argentina desde su concepción, a uno por demanda, tal cual había prometido Donald Trump en Estados Unidos en su primera campaña electoral. Del mismo modo que Trump no lo hizo, y cuando muchos advertimos sobre la imposibilidad de este cambio básicamente por tratarse de un sistema educativo provincializado su respuesta fue agresiva e insultante. Ya en la presidencia, cuando decidió que el Estado nacional no pagara el Fondo de Incentivo Docente y se desentendiera de todo lo relativo a la educación pública, su argumento central para hacerlo es “la educación está en manos de las provincias”.

Milei dijo, además, que no iba a tocar las tarifas, subieron más del 400%, baja permanentemente indicadores de desempleo e ingresos absolutamente irreales, entre tantas otras mentiras que superan a cualquiera que podría esgrimir un integrante de la “casta” política tradicional. Dijo, además, que “10 millones de personas salieron de la pobreza.” Esto es cierto, pero tomando como comparación, según la UTDT, el segundo semestre de 2024. Ese cálculo arroja que hay 8,5 millones menos de pobres, pero si se compara con 2023, cuando asumió Milei, la reducción fue de 2,1 millones. Que no iba a tener relaciones comerciales con China “porque era una dictadura comunista” y acá estamos renovando el swap. Todos datos que son fácilmente comprobables y con los que otros presidentes en ejercicio también exageraban, pero no de la manera que lo hace Milei, insultando y denostando a quienes lo remarcan.

Además, como opositor, fue tan activo que obraba de la manera que siente lo hacen algunos contra su gobierno; recordemos que marchó junto a Hugo Moyano y firmó un pedido de juicio político contra Mauricio Macri en 2018, y que votó en contra del acuerdo con el FMI que llevó al Congreso Alberto Fernández. “No me hagan lo que yo les hice”, debería ser su reconocimiento público.

Pero también acusa y no explica como correspondería. Dijo que no necesita una foto con el presidente de EE. UU.: “¿Te crees que yo necesito una foto con Trump?, si estamos en perfecta sintonía con su administración, vayan a buscarla al ángulo, mandriles inmundos”, ahondó sin dudar. Lo que no explicó es a qué fue a Estados Unidos, un viaje que costó varios cientos de miles de dólares a todos los argentinos; no vaya a ser que semejante gasto haya sido solo para recibir el premio “León de la libertad”, que entregaron los organizadores del evento, un premio absolutamente irrelevante y que solo sirve para alimentar los egos, y la recaudación en esas cenas a beneficio, de los organizadores. ¿Era necesario hacer ese viaje con su hermana, el ministro de Economía y comitiva? ¿Era justificado ese gasto si no tenía pensado o pactado reunirse con Donald Trump? Porque si es para acumular acrílicos en su vitrina nos salió muy caro el viaje, y ese caso se repite una y otra vez. Milei gasta pero no explica, no es acorde su agenda de viajes al exterior con la crítica situación de nuestra economía, en un país donde un jubilado cobra mensualmente lo que seguramente cuesta un cubierto de un almuerzo de cada miembro de su comitiva.

También el Presidente mintió en el caso $LIBRA, dijo: “No promocioné, difundí”; sin embargo, claramente en su posteo en X invitaba a invertir en esa criptomoneda “¡¡¡La Argentina Liberal crece!!! Este proyecto privado se dedicará a incentivar el crecimiento de la economía argentina, fondeando pequeñas empresas y emprendimientos argentinos”. Recordemos que eso decía en X, y adjuntaba los datos para ingresar e invertir, como hacen los influencers con los casinos on line. Pero ese es un tema que deberá explicar a la justicia argentina y, en todo caso, en los Estados Unidos y España, donde se presentaron demandas colectivas por estafa contra la maniobra que lo tiene denunciado como partícipe necesario. En todo caso, los argentinos merecemos que no nos mientan con un escándalo internacional tan penoso.

En definitiva, muchos de nosotros podemos dejar pasar los agravios y acusaciones infundadas, como la de ensobrados, que nos regala el presidente Milei constantemente, aunque nunca dice quién ensobra y a quién, una falta grave tratándose de un delito. A su criterio podemos ser imbéciles, mandriles, mentirosos y todos los adjetivos calificativos degradantes que su imaginación pueda crear; quizás sea una estrategia de comunicación que impone una agenda de debate público para no hablar de sus propias mentiras, ocultamientos, posibles estafas y otros temas que lo incomodan. Realmente no parece ser algo diseñado y orquestado con ese fin, simplemente tenemos un Presidente de la Nación que se comporta de modo insolente, sobrepasado por su carácter impulsivo y violento. Es más simple todo.

De todas maneras, y por suerte, siempre habrá “mandriles e imbéciles” dispuestos a contar la realidad para que las mentiras del poder no logren modificar esta parte de la historia.

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