miércoles, 12 marzo, 2025
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Es la bioeconomía, estúpido!

Expoagro abrió sus puertas en el fantástico predio de San Nicolás. Ya te habrán contado, pero otra cosa es entrar aquí, sintiendo ya desde la ruta que estamos ante algo imponente. Hemos estado en todas, desde aquella de La Laura hace 42 años, hasta verla convertirse en la más grande del mundo en su tipo: muestras a campo con toda la tecnología en acción.

La Expo llega en un momento muy especial. Todo el mundo reconoce ahora la importancia del sector agroindustrial. Pero hay un trasfondo que debe removerse. La sociedad, los opinadores y los políticos en especial, parecen convencidos de que el agro “es importante pero no alcanza”. Entonces aparecen nuevas quimeras salvadoras. No vamos a hacer la apología del campo y la agroindustria como único camino, porque todo vale y todo es necesario. Pero hay que poner las cosas en su lugar.

Vaca Muerta, minería, software, inteligencia artificial. Está todo bien y sin duda son sectores que ya están moviendo la economía, el flujo de divisas, actividad en el interior y en las ciudades. Fantástico. Se espera que para dentro de diez años estemos exportando 15 o 20 mil millones de dólares en gas y petróleo. El cobre, el litio sumarán otro tanto. En todos los casos se requieren enormes inversiones, lo que sucederá indefectiblemente si no se tuerce el rumbo que la sociedad eligió.

Pero aquí está el agro. Los precios no son nada del otro mundo. La cosecha es buena, se salvó la ropa después de la angustia climática. Pero harán falta tres o cuatro Vacas Muertas, mucho litio y mucho cobre para empardarle el partido al sector agroindustrial. Que está aquí, vivito y coleando, a pesar de la tremenda y persistente exacción que padece desde hace más de 20 años con el insólito mecanismo de los derechos de exportación. La Segunda Revolución de las Pampas, la de la conquista tecnológica, expone aquí sus atributos.

Hace 40 años, cuando empezaron estas muestras a campo, la Argentina producía 40 millones de toneladas de granos. Ahora estamos en 150 millones. Se multiplicó por cuatro en volumen, pero mucho más en valor, porque ahora un tercio de la cosecha es soja, que vale el doble que los cereales. En ese camino, levantamos una poderosa estructura “corriente arriba y corriente abajo”.

En Expoagro se exhibe fundamentalmente lo que hay corriente arriba: la cascada de equipos, insumos y servicios de alta tecnología que permitieron la revolución de los rendimientos, de la eficiencia económica y ambiental. Lejos de agotarse, la pulsión por la tecnología cobra nueva vida. Entramos en la era de la revolución digital, una fase que potencia las tecnologías duras que explicaron el enorme salto productivo.

El agro se sigue transformando y la Argentina hace punta a nivel mundial: las sembradoras de directa, las pulverizadoras automotrices, el silobolsa y todo lo que acompaña al sistema, los materiales ultralivianos como la fibra de carbono, creaciones criollas que el mundo viene a ver aquí y ya está incorporando.

En próximas notas iremos desgranando estas novedades. Hoy, el mensaje es que queda mucha tela para cortar. Que el campo está listo para un nuevo salto, que no se puede dar frente al corset de las retenciones, que alteran la relación insumo/producto. Necesitamos más unidades de producto agrícola (granos) para pagar una unidad de tecnología. Es un encarecimiento autoinfringido que actúa como un freno de mano. Igual, con el freno de mano puesto, logramos esto. Imaginemos…

Más allá de estas tribulaciones, quiero terminar estas primeras líneas sobre Expoagro con un dato clave: el financiamiento. Apareció el crédito en dólares con tasas superatractivas. El Banco Nación rompió el fuego con el 5%, pero la banca privada arrimó el bochín con propuestas parecidas. El Gobierno ya no es tomador de fondos, así que hay teóricamente una amplia disponibilidad. Los productores están con los números muy finitos, pero desde hace años el crédito ha sido una palanca fundamental para sostener el flujo productivo.

Los fabricantes están listos. Varios han realizado recientemente inversiones en ampliación de su capacidad productiva. Hay decenas de startups tecnológicas, muchas bien fondeadas y otras buscando aportes de capital. En insumos, Argentina lidera en la nueva oleada de biológicos. En genética, con algunos deberes internos por hacer, también estamos listos. Y el “factor humano” es de reconocida dimensión mundial. El agro además aporta soluciones ambientales, desde los biocombustibles a la eficiencia en el uso del agua, la mejor huella de carbono del mundo certificada.

Todo sirve. La minería, el petróleo, el gas, lo que venga. Pero Expoagro dice a los gritos: “¡Es la bioeconomía, estúpido!”

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