lunes, 27 enero, 2025
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Sustancias ilícitas, un Beatle y una celda en Kosuge: la vez que Paul McCartney 9 días detenido en una cárcel de Japón

El bajista tenía una gira prevista con su banda Wings, cuando fue detenido por las autoridades japonesas.

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McCartney y una estadía poco común en el país asiático.

Yesterday, por favor”. Era enero de 1980, y Paul McCartney recibió, como ya lo había hecho en toda su carrera, pedidos del público. Lo iba a cantar a acapella, debido a que no tenía una guitarra consigo. El único detalle es que esta escena ocurrió en la cárcel de Kosuge, y quien le pidió la hermosa canción del disco Help! había sido un enorme sujeto que pertenecía a la Yakuza, la mafia japonesa.

Para entender cómo el ex-Beatle había terminado en una celda hay que volver atrás en el tiempo. En 1973, Paul había recibido una prohibición en el país nipón por una condena por drogas, lo que impidió la visita de su grupo Wings en 1975 al continente asiático. Sin embargo, después de meses de gestiones diplomáticas por parte de los promotores japoneses de conciertos Uno Music, el gobierno de su país había accedido a habilitar a Paul dentro del país.

La gira, con 11 fechas, comenzaría el 16 de enero. Y como había expectativa por la llegada de Macca, se le pidió un solo favor: que no lleve ninguna sustancia ilícita. Claro que McCartney no acató las órdenes, y arribó a Japón con 218 gramos de marihuana en su chaqueta. Le encontraron incluso un poco más en un neceser, por lo que lo interrogaron. Allí, Paul alegó que eran para consumo personal, y lo dejaron ir al Hotel Okura, donde se iba a hospedar.

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La estadía de Paul en Japón

Pero, cuando el músico pensó que se trataba de un incidente menor, llegó la policía al hotel y lo arrestó y esposó ante la incrédula mirada de su mujer, Linda, y sus hijos. Como no existía la libertad bajo fianza, Paul quedó detenido hasta que concluya la investigación. En el medio, Linda dejó clara su postura en la televisión: “Es realmente muy tonto. La gente ciertamente es diferente aquí. Se lo toman muy en serio. Paul se encuentra ahora en una especie de lugar de detención y no me han permitido verlo. Tan pronto como consiguen a alguien tan amable como Paul, ¡parece que se divierten! Nunca volveré a Japón otra vez. ¡Es mi primer viaje y el último!”.

El compañero de cárcel de la Yakuza, al enterarse de los cargos que enfrentaba la estrella de rock, le alzó siete dedos con las manos, indicando la cantidad de años que iría a la cárcel. Paul retrucó: «No, diez». Claramente el sentido del humor lo ayudó a sobrellevar aquellos días, en los que se conoció que la pena era, verdaderamente, siete años de prisión y 2.000 dólares de multa.

Ahí estaba, uno de los músicos más importantes de la historia, en una celda de tres por cuatro metros. “Mi instinto de supervivencia y mi sentido del humor empezaron a hacerse presentes. Pensé ‘Muy bien, seré el primero en levantarme cuando se enciendan las luces, el primero con su celda limpia, el primero que se lava y se cepilla los dientes”, recordó Macca años después.

Paul se comunicaba con los presos con marcas japonesas:»¡Toyoya! ¡Kawasaki!» Además, cantó varias canciones a pedido del inusual público. En el medio, la cancillería británica negociaba con Japón para liberarlo. Finalmente, el 25 de enero -y bajo la excusa del arrepentimiento del músico, quien confesó todo- McCartney salió en libertad. La cancelación de la gira le costó a su equipo 184.000 libras esterlinas.

Desde Kosuge, el ex-Beatle fue trasladado al aeropuerto de Narita, para un vuelo rumbo a Ámsterdam. Pero antes de marcharse, a modo de recompensa por todos esos conciertos cancelados, agarró una guitarra acústica y cantó unos acordes de Yesterday; luego levantando los pulgares, se fue. Recién volvió a Japón en 1990, con seis noches sold out en el Tokyo Dome.

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