Giros y más giros. El guión de esta novela florece en nuevos capítulos, que no detienen su crecimiento, para crear un entramado cada vez más complejo y enrevesado. La historia de Mauro Icardi, Wanda Nara y la China Suárez late y se retroalimenta constantemente.
La oficialización del noviazgo del futbolista y la actriz abrió las puertas a un escenario nuevo, que se configura en las dedicatorias, en las manifestaciones públicas sin misterio, lejos de aquellas primeras semanas de cierta incógnita e información sin confirmar.
La batalla que mantienen Mauro y Wanda en el plano legal, con una diversidad de frentes inagotables, pero que se centra en la custodia de las dos hijas, también presenta un campo de pelea en lo personal, más vinculado a ejecutar cierto armamentos para lastimar emocionalmente.
Ahora, la China ya juega su papel sin disimulo, al contrario activó una campaña de iluminación de su plano íntimo como nunca antes, jamás expuso tanto de una relación sentimental como en este momento. Y en las últimas horas se las ingenió para enviarle un mensaje a Nara.
¿Qué pasó? Resulta que María Eugenia acompañó a Mauro a la fiscalía para que entregue su celular para un peritaje, que se motivó en la denuncia de Wanda sobre la tenencia de material muy sensible, de videos fogosos con los que supuestamente él la amenaza.
La China reconoció sin tapujos que estuvo con su nuevo novio. ¿Cómo? Subió fotos en el auto de ambos sonrientes, con los cuerpos muy pegaditos. Y no solo eso, a los minutos, Icardi llenó su Instagram con esas instantáneas para exhibir momentos amorosos con su pareja.
Dentro de esas stories se destacó una muy especial, en la que Suárez está en Gardiner con un letrero que luce una frase picante, filosa, que permite las múltiples interpretaciones. “No soy rara, soy edición limitada”, profesa ese cartel. Toda una declaración de la actriz.