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El amigo americano y la nueva burguesía «virtual» de Milei

La elección del empresario tecnológico Alejandro Carlos Oxenford como embajador en los Estados Unidos es un hito fundamental en el modelo económico y político del gobierno de Javier Milei: una reconfiguración de una nueva burguesía nacional «libertaria», tecnológica y direccionada geopolíticamente a una sociedad prioritaria con los Estados Unidos. Entre el daño social del ajuste y los festejos oficiales de la desinflación en base a una crisis el dato se perdió, pero el caso es central. «Alec», como se hace llamar en la jerga empresaria, es un exitoso ceo tecnológico que se hizo millonario con las punto.com (OLX, DeRemate) en una carrera que es casi un espejo de la del dueño de Mercado Libre, Marcos Galperín. Una matriz de hombres de negocios que se hicieron con subsidios del Estado, crecieron hasta posicionarse como los empresarios más ricos del país y luego mutaron en detractores de la esfera pública que los llevó a ser lo que son. 

El ascenso de Oxenford al poder político grafica, además, cómo el Presidente configuró su propia burguesía «virtual», tecnológica, rodeándose empresarios de esa línea y ese pensamiento. Y lo hizo en detrimento de los ceos de la economía real, de los sectores productivos, comerciales, los mismos que apostaron por él y hasta le financiaron la campaña. Estos últimos, los Techint, los UIA, los Arcor, los Ledesma, los constructores, los supermercados, los Clarín, son despreciados, además de por el Presidente, por esos mismos ceos «tech» que hoy se sienten empoderados. 

Un amigo del «vice»

El caso del nuevo ceo embajador explica, además, por qué llegó a la oficina diplomática en Washington y cómo en el Estados Unidos de Donald Trump hay un fenómeno de reconfiguración de burguesía parecido al de Milei, con las diferencias del caso. El empresario, según supo Página I12 en charlas con su círculo íntimo, es amigo personal de Peter Andreas Thiel, el fundador de Pay Pal. Thiel estuvo dos veces en la Casa Rosada, este año, viendo a Milei. Fue acercado por Oxenford, quien además armó, junto a Demian Reidel, jefe de asesores económicos del mandatario, la logística de buena parte de los contactos del Presidente con los unicornios tech de Sillicon Valley en Nueva York. Nacido en Frankfurt, Alemania, Thiel es, de todos modos, mucho más que PayPal: está detrás, como inversor central, de firmas como UBER, AirBNB, Spotify, Facebook, Tesla y Space X, estas últimas compañías pertenecientes al nuevo funcionario de Trump, otro unicornio tech, Elon Musk. 

Pero el dato más saliente de Thiel, que elogió en público a Milei, es su militancia republicana, su cercanía con JD Vance, el vice de Trump, y su afición por los proyectos extremos: Vance, casi como Milei con Eduardo Eurnekian, trabajó hasta 2016 en las empresas de Thiel. Años más tarde, en plena campaña presidencial del segundo turno de Trump, Thiel le armó a Vance casi todas las cenas recaudatorias de los republicanos y le acercó otros ceos de su estilo, entre ellos David Sacks, dueño de la mansión Pacific Heights. En su cercanía y amistad con el líder de PayPal radica, precisamente, la elección de Oxenford para ir a Estados Unidos. «Hablan muy seguido y conoce a todos allá», sintetizan quienes lo conocen

El tándem Vance-Thiel es el que rodeó a Trump -que se diferencia de Milei por tener una visión productivista y nacionalista de la economía- de ceos tecnológicos que son, como ocurre en Argentina, el sostén ideológico y discursivo de las posiciones extremas. Se alistan allí Thiel, Musk, Sacks, y Tim Cook, uno de los popes de Apple, entre otros. Por estos lares, Milei recreó una burguesía similar, de fanáticos consustanciados con las ideas de la libertad y el exterminio del Estado: aparecen, en ese escenario, los nombres de Galperín; Martín Migoya y Guibert Englebienne, de Globant; Oxenford; los ceos de la cámara tech Endeavor, el dueño del banco virtual Ualá, Pierpaolo Barbieri y Eduardo Bastitta Harriet

Este último empresario es importante en la historia: es dueño de una empresa de la economía real, Plaza Logística, armó la campaña bonaerense de Milei y es un cruzado de la dolarización. Y tiene una particularidad que conecta con los intereses curiosos que tienen los ceos tech del trumpismo: Bastitta edifica en el Uruguay el proyecto +Colonia, una ciudad privada que busca ser un refugio de empresarios argentinos a pocos minutos de Buenos Aires, en una plaza con importantes beneficios fiscales. 

En Estados Unidos, Thiel y compañía exploran, de manera más radical, la variable de ciudades independientes. Hay una corriente de ceos tecnológicos que quieren ciudades «privadas», que funcionan fuera de la lógica del Estado. Los proyectos son muchos y alcanza con ir a buscar en Google para ver la idea de ciudades con reglas propias. El más emblemático es Boca Chica, en Texas, donde Musk compró terrenos para instalar «Starbase», que refugiará el proyecto Space X y se mueve casi como un país aparte. Pero también aparecen «Telosa», una ciudad en el desierto ideada por el ceo de WalMart, Marc Lore, y «Seastead», una metrópolis flotante que Thiel planea instalar cerca de la Polinesia francesa. 

Financiaron, apostaron y no los quieren

En 11 meses de gestión, Milei no visitó nunca una industria, una constructora o un supermercado. Fue a Mercado Libre, Ualá, Endeavor y, en esos escenarios, hasta se animó a blanquear que la construcción de «su» burguesía precisa la destrucción de la burguesía «analógica». «Prefiero venir a felicitarlos antes que inaugurar una obra pública costosa, ineficiente y que nadie quiere», dijó en la empresa de Barbieri. 

En pocas palabras, la embajada de Oxenford en los Estados Unidos será la idea de Milei de una Argentina alejada de los tres pilares que hoy empujan las mejoras en la vida real de la población, al menos en lo urgente: el comercio convencional, en locales físicos, la construcción y la industria. 

Por la apertura a China pero, sobre todo, por este cambio de paradigma, reaccionó Paolo Rocca. El caso es de estudio: vía diferentes empresas, como Inurban, Techint fue financista principal de Milei antes y después del ballotage. Y ahora ve que el Gobierno avanza ignorando al sector fabril, lo que le pega directo a la cadena de proveedores pyme de Techint, nucleados en la UIA. No fue el único que confió y puso plata: en el listado hay constructoras, hoy al borde del quiebre por el cierre de la obra pública, y hasta grandes dueños de hipermercados, como los Braun, de La Anónima. De todos modos, la única vez que Milei habló de consumo señaló cifras de venta on line en Mercado Libre. 

Bullying a los «prebendarios»

Lo que se está produciendo es casi un cambio cultural, de paradigma. Los ceos tech suelen tildar, en varios grupos de Whatsapp, a los industriales de «prebendarios» y se ríen de la desesperación actual por el corrimiento del Estado de la relación con esos sectores. Lo mismo dicen de los constructores de la CAMARCO, a los que relacionan directamente con la corrupción en la obra. Los más perseguidos, de todos modos, son los textiles, que hace unos días emitieron un comunicado duro pidiéndole a Milei que haga la misma política de protección industrial que Trump. 

El problema es que el sistema libertario no está seteado para esos trotes, sino para un culto al individualismo y a la meritocracia. Oxenford es parte del equipo de asesores económicos de Milei, que comanda el ex JP Morgan Demian Reidel, un fanático de la teoría de que Argentina puede ser un polo global de IA. «Satanás», tal su apodo, le vendió al Presidente que hay que desregular todo y no cobrarles impuestos a las tecnológicas, lo contrario a lo que hace Europa. 

Los movimientos que se dieron en ese equipo también dicen cosas: en poco tiempo, salieron dos asesores críticos, precisamente, de las inconsistencias de Milei-Caputo en la política destinada a la economía real. Uno es Fausto Spotorno, economista de la consultora Orlando Ferreres. El otro, Teddy Karagozian, el mayor hilandero del país, que avisó que no había una mirada productiva en el Gobierno. El tiempo parece haberle dado la razón. 

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