Los empresarios del Consejo Interamericano Cicyp se quedaron con sabor a poco, tras escuchar el discurso del Presidente Javier Milei. Esperaban anuncios, o al menos definiciones de política económica amplias, para alentar las inversiones. En cambio, debieron escuchar una diatriba de más de una hora en la que el jefe de Estado se enfrascó en una discusión con sus colegas de profesión, para argumentar que el dólar no está atrasado.
Milei acusó de «chantas» a los economistas que sostienen la necesidad de que la divisa norteamericana no se atrase respecto de la inflación. Dijo eso a pesar de que uno de los estudios más serios que se realizan sobre el tema, como el que está a cargo de la consultora de Orlando Ferreres, están marcando que la divisa norteamericana debería ubicarse por encima de los 1.200 pesos para mantener la competitividad. En cambio, está 950 pesos.
Milei respalda a Caputo y embiste a los economistas críticos
El Presidente tenía dos objetivos cuando coordinó su visita al influyente encuentro empresarial: embestir contra quienes alertan sobre el atraso del tipo de cambio y brindar un respaldo muy fuerte a su ministro de Economía, Luis Caputo, también presente en el evento.
«A Toto le digo chanchito de yeso, porque para sacarle una moneda hay que romperlo», ensalzó Milei. Y por las dudas advirtió: «Ojo que si lo quieren atacar primero me van a tener que romper a mí». Un respaldo inédito para un jefe del Palacio de Hacienda en estos más de 40 años de democracia. Caputo dio una entrevista por la noche para agradecer tamaño gesto presidencial.
El ministro de Economía venía sosteniendo que nunca había visto que un Presidente esté tan comprometido con el cuidado de las cuentas públicas.
Se desploma la actividad y la industria alerta por despidos
Tanta sintonía entre el mandatario y su ministro de Economía no disimula que la economía está en el fondo del pozo. El último informe de la UIA marcó que la actividad del sector cayó más del 20% en el primer cuatrimestre. Los despachos de cemento se derrumbaron 30% y la producción de acero un 40%. Algo está fallando en el programa económico.
Pese a que Milei y Caputo se respaldan mutuamente, el optimismo no parece trasladarse a la actividad económica.
En el último mes, casi una decena de empresas de primera línea informaron reducción de planteles, es decir, despido de gente. La última fue el supermercadista ChangoMas, que informó 150 despidos y anticipó que avanza en un plan de readecuación en función de la demanda. El gigante de los neumáticos FATE también admitió un centenar de despidos, en medio de una feroz caída en la demanda. La recesión se refleja en una caída que supera el 10% en la demanda de alimentos y bebidas en los supermercados.
Los economistas explican que cuando la economía comienza a reflejar bajas de dos dígitos en el rubro más sensible, indica que el deterioro está atravesando con fuerza a todo el espectro económico. No es casual que un informe privado de la Universidad Di Tella esté alertando que la pobreza podría haber superado el 50% en el primer trimestre del año.
La medida de Caputo para aliviar a la clase media
En este complejo escenario, el ministro Caputo está a punto de definir una medida para aliviar los bolsillos de las clases medias. El funcionario ya le había advertido a las prepagas que con sus alzas desmedidas en las cuotas estaban perjudicando a ese sector social. Ahora, irá por más.
Caputo evalúa congelar, o subir mucho menos de lo previsto, las tarifas de luz y de gas durante todo el invierno. La meta no sólo es aliviar a los sectores medios, los más perjudicados por el ajuste de Milei, sino también darle un tiro de gracia a la inflación.
El ministro de Economía aspira a que el IPC caiga a la zona del 5% en mayo, y que en junio se ubique aún debajo de ese nivel. Imagina que un costo de vida por debajo del 5% mensual en el segundo semestre puede dar un envío a la recuperación económica.
La idea, que aún debe consolidarse, no les hace gracia a las distribuidoras de energía. En mayo, Caputo las sorprendió al no aplicar los aumentos previstos. La relación entre el Gobierno y las compañías del sector energético no atraviesa un buen momento. La decisión de pagar con bonos una deuda con el segmento mayorista cayó tan mal en el sector que hasta se involucró el FMI y la embajada de los Estados Unidos, preocupados por algo que se parece mucho a la ruptura de contratos.
Caputo, al filo de provocar una crisis energética: congeló tarifas de luz y gas y ofreció pagar deudas con bonos.
La meta de Caputo es profundizar la desaceleración de la inflación. No es ajeno al conocimiento del ministro que el costo de vida es el tema central que están mirando amplios sectores sociales que no llegan a fin de mes.
El ministro de Economía pretende además cortar con la inercia que va tomando la economía, donde la mayoría de los contratos privados empiecen a ajustarse por inflación.
En sus encuentros con el sector privado, Caputo y miembros de su equipo vienen sosteniendo que el proceso de desinflación es más profundo de lo esperado.
Si el ministro avanza con esta estrategia, la presión sobre la deuda de CAMMESA con los generadores de energía irá en aumento. Y es incierto que la estrategia de pagar con bonos pueda ser de largo aliento.
En medio de estos cambios que se analizan, en Economía confían en que igual podrán contabilizar un recorte a los subsidios de energía cuando concluya el año.
Caputo ya anticipó que en abril hubo superávit financiero. Igual, habría sido el más bajo del período, lo cual refleja los inconvenientes para mantener las cuentas en orden.
El Gobierno necesita con urgencia un mejor dato de inflación, mientras el mercado presiona por una devaluación más profunda.
Milei pide aplausos para Caputo y su exsocio Santiago Bausili, a cargo del Banco Central, pero en el mercado hay dudas, por ejemplo, sobre si el BCRA podrá seguir acumulando reservas al ritmo que lo hizo en el arranque del año, cuando compró más de u$s16.000 millones.
En los próximos días, habrá más definiciones sobre las chances de lograr respaldo en el Congreso a la ley Bases y el paquete fiscal. Una nueva derrota legislativa abriría un escenario de incertidumbre amplio, sobre todo en el mundo empresarial. También significaría un golpe de gracia para el «Pacto de Mayo», cuya realización aún está bajo el manto de la duda.