San Lorenzo está en peligro en la Copa Libertadores, pero la presión no necesariamente implica actuaciones encorsetadas, meramente prácticas, desprovistas de gracia. En la quinta fecha del grupo F, el Ciclón recibe a Liverpool, de Uruguay, que tiene el mismo puntaje: 4 unidades, en cuatro partidos. Como su cierre de la zona será frente a Palmeiras en Brasil, el equipo argentino está urgido de un triunfo para seguir en carrera.
En el Nuevo Gasómetro todo era alivio después de que a los 5 minutos Iván Leguizamón consiguiera el tanto del 1-0. Pero la angustia volvió cuando 19 minutos más tarde igualó Diego García, más allá de que desde San Pablo el propio Palmeiras le había dado una buena noticia al cuadro azulgrana: con el 2-1, había frenado en 4 puntos a Independiente del Valle, el otro habitante del grupo que estaba emparejado en unidades con San Lorenzo y con Liverpool.
Pero en Buenos Aires el local encontró satisfacción propia, elaborada en casa. Satisfacción en el resultado y en la estética deportiva, que aun en ocasiones de tensión puede aflorar y otorgar placer. Fue un gol. Un golazo. Merecido por el desarrollo que tenía hasta entonces el encuentro, muy dominado por los gauchos de Boedo.
Extraordinariamente, corrían 49 minutos, sobre 50, del primer tiempo. En una situación de media cancha, bastante estática, a Eric Remedi se le ocurrió cambiar de frente. Un pelotazo desde su posición de 8 a la de 11, que ocupaba Alexis Cuello. El atacante de 24 años hizo un control dirigido, al pechar el balón hacia delante. Con eso superó a su marcador, Kevin Amaro, y encaró hacia el área. Entró por un costado, superando a Matías Ocampo con un toque rumbo al arco, paralelo a la línea de fondo. Pero había bastante gente por la zona.
El golazo de Alexis Cuello para San Lorenzo contra Liverpool
Se topó nuevamente con Amaro, y lo desairó con una gambeta hacia dentro. Pero el número 24 seguí ahí, tapando la valla defendida por Gastón Guruceaga. No importó. Cuello resolvió con un remate que terminó siendo un caño al propio Amaro y un disparo bajo al primer palo, inatajable para el arquero. Dos a uno para San Lorenzo.
Golazo, tranquilidad y placer estético.
Al menos por un rato, hasta que Luciano Rodríguez, con 20 años, le provocó otro disgusto al Ciclón con un tanto a los 17 minutos de la segunda mitad. Y volver a empezar para San Lorenzo en su casa.
LA NACION