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Mula ingestada en Ezeiza: quién es el dueño de las 78 cápsulas de cocaína al que busca Interpol

Su sistema siempre era el mismo: contrataba «mulas» para que, encapsuladas, viajaran con casi un kilo de droga en sus intestinos de Buenos Aires a Madrid. Él también cruzaba el Atlántico, pero en un vuelo distinto, para asegurarse de que la droga llegara bien a Europa, donde un kilo de clorhidrato de cocaína de máxima pureza llega a cotizarse unos 55 mil euros.

Por lo que sabe hasta ahora la Justicia argentina, Luis Loza Quiroga (44), boliviano, contrató a al menos a dos jóvenes para que volaran a España desde el aeropuerto de Ezeiza.

La primera -una chica de 19 años- viajó el 22 de julio y logró llegar a destino. La segunda -de 20 años- fue detenida el 29 de julio en Ezeiza cuando esperaba para abordar el vuelo 2602 de la empresa Level, la línea low cost de Iberia.

Según los registros, Loza Quiroga (conocido con el alias de «Blas«) viajó a España entre ambas fechas. El 23 de julio tomó el vuelo UX-042 de Air Europa a España. La foto de su pasaporte -PE82425- hoy figura en la circular roja con la que Interpol lo está buscando por todo el mundo.

Nacido en Cochabamba el 3 de marzo de 1979, «Blas» tiene antecedentes por narcotráfico: fue detenido en su ciudad en enero de 2018 con varios kilos de cocaína en su auto y el caso tuvo publicidad en Bolivia porque intentó sobornar a la Policía con los 900 dólares que llevaba encima.

Imagen impactante

La detención de la capsulera de 20 años el pasado 29 de julio causó impacto por el body scan realizado por la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA), cuya imagen trascendió a los medios.

La La «mula» detenida en Ezeiza.La existencia de la «mula» anterior-la que había viajado el 22 de julio- la descubrieron el juez en lo Penal Económico Marcelo Aguinsky y la Unidad 2 Operaciones de Control de Narcotráfico y Delitos Complejos de la PSA con el avance de la investigación de la «mula» del escáner.

Desde la capsulera hasta el proveedor original, el expediente a cargo de Aguinsky fue subiendo peldaño por peldaño en la escala de responsabilidades.

Primero ocurrió la detención en Ezeiza y, gracias al análisis de las cámaras y del celular iPhone de la joven que iba a viajar a España, se llegó hasta «Cristian», un hombre de 33 años, estudiante de Ciencias Económicas, que fue detenido el 11 de agosto en su departamento de la calle Migueletes al 700 en la coqueta zona de La Imprenta, en el barrio de Palermo.

De acuerdo a la investigación, fue en Migueletes donde la detenida en Ezeiza se entrenó para poder tragar 67 cápsulas llenas de cocaína (11 más las colocó en un profiláctico en su vagina).

La detenida, de 20 años.La detenida, de 20 años.Luego de detener a Cristian, la PSA logró determinar que había existido una «mula» anterior que había llegado con éxito a España. Incluso encontró chats de WhatsApp donde se advierte lo asustada que estaba.

En uno de estos diálogos, «Blas» le pregunta Cristian cómo está todo y este le contesta: «Por embarcar. Le duele el que tiene adelante… pero aguanta«. En otro diálogo, la chica les dice: «Ya subí. Ya arrancó el vuelo. Me duele la panza bastante. Me duele muchísimo el que tengo puesto, molesta«.

El negocio de las mulas

Hace una década, los ingestados fueron un boom.

Las organizaciones narco no sólo las usaban para sacar cocaína a Europa o destinos más exóticos, sino también para entrarla a Argentina desde Bolivia o Perú.

El preservativo tenía 11 cápsulas de cocaína.El preservativo tenía 11 cápsulas de cocaína.En su momento, fueron muy impactantes las escuchas a la banda del peruano Marco Antonio Estrada Gonzáles -alias «Marcos«, capo de la villa 1-11-14 del Bajo Flores- en la que dos cuidadores relataban con desesperación cómo se les estaba muriendo una «mula» que acababa de llegar de Lima.

Esos eran tiempos en los que en la Ciudad de Buenos Aires aparecían cuerpos eviscerados: «mulas» que habían muerto por la rotura de alguna cápsula. Eran vaciadas y sus cuerpos descartados en algún basural.

Hoy esa modalidad de ingreso de la cocaína, sostienen las fuentes, no se usa por poco efectiva y antieconómica. En los 20 casos de las estadísticas de Aduana, las «mulas» que estaban entrando llevaban solo MDMA y los casos son todos de 2017 y 2018. No hay post pandemia.

«Qué necesidad de utilizar capsuleros para meter cocaína en la Argentina si están las avionetas. Hace unos días vimos el caso de la avioneta boliviana que cayó en Chaco y llevaba más de 300 kilos», subrayó una fuente consultada.

El COVID-19 anuló por completo el tráfico a traves de «mulas» y más aun las ingestadas, debido a los controles sanitarios. Tanto fue así que en los números de Aduana no hay registros de «capsuleros» en los años 2020 y 2021. La primera «ingestada» post pandemia fue una mujer paraguaya en 2022: llevaba 10 kilos de cocaína en el doble fondo de una valija y 484 gramos en sus intestinos.

Hace una década, los casos de «mulas» en Ezeiza llegaron a ser tantos -hasta tres por día detectados por Aduana- que las autoridades sanitarias de la Provincia de Buenos Aires crearon un equipo especial en el Hospital provincial Alberto Eurnekian, de Ezeiza,

Hoy el panorama es muy distinto. Como con otros métodos, los narcos han ajustado sus estrategias y sus rutas. Un repaso a las últimas estadísticas de Aduana sobre «ingestados» sirve para trazar un perfil.

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Así cayeron las mulas en Ezeiza con 250 kilos de cocaína

Del total de esos 20 detenidos (2017 a 2023), 12 fueron hombres y 8 mujeres. Las «mulas» -acusadas del delito de contrabando- resultaron en su mayoría argentinas o paraguayas (en el caso del tráfico que sale rumbo a Europa) y españolas, holandesas, alemana y surinamesas, en los casos de ingreso.

Detalle: hay que tener en cuenta que el kilo de cocaína máxima pureza se puede cotizar en Europa a unos 55 mil euros y en Australia o Nueva Zelanda se llega a pagar 300 mil euros. La cuestión es que para este último destino ya no hay vuelo directo desde Buenos Aires y ese factor -como bajaron las frecuencias de vuelo de Argentina al mundo- también fue un elemento que obligó a los narcos a replantear rutas.

Hoy el tráfico hormiga conviene mandarlo en paquetes. Y por eso, del COVID a esta parte, el correo reemplazó en gran medida a las «mulas». «Menos logística, menos gasto y, sobre todo: las encomiendan no hablan», resumió un experimentado juez del fuero Penal Económico, encargado de los casos de contrabando.

EMJ

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