Daniel Passerini venció al radical Rodrigo de Loredo. Retuvo así la capital para el PJ cordobés.
Por una diferencia de más de 7 puntos sobre su principal competidor y con el 47,68 por ciento de los votos, el candidato del peronismo cordobés Daniel Passerini se convirtió en el nuevo intendente de la ciudad de Córdoba y sucederá al gobernador electo de la provincia Martín Llaryora.
El entusiasmo de su adversario, Rodrigo De Loredo, y de los referentes nacionales de Juntos por el Cambio que llegaron hasta la capital provincial se fue derrumbando con el correr de las horas, con el dato concreto de la baja participación electoral alimentada por la desidia de los votantes, el final de las vacaciones de invierno y el comunicado de la junta electoral municipal que difundió a través de una solicitada que no habría penalidades para quienes eligieran no votar.
Finalmente solo acudió a las urnas entre el 58 y el 60 por ciento del padrón de 1.100.000 electores habilitados, entre 7 y 9 puntos menos que el promedio de la elección provincial de fines de junio. Fue la participación más baja desde 1983. En los comicios que consagraron la fórmula Llaryora-Passerini hace 4 años había votado el 73% del padrón.
A las 21.15 el diputado radical admitió su derrota en el escenario, en búnker ubicado en el barrio Quebrada de las Rosas, antes de que se conocieran los números oficiales. Lo rodearon, entre otros, los precandidatos a presidente y vice de Juntos por el Cambio: Horacio Rodríguez Larreta, Patricia Bullrich, Gerardo Morales y Luis Petri; además del gobernador de Corrientes Gustavo Valdés, el candidato en Mendoza Alfredo Cornejo y el aspirante en la Ciudad de Buenos Aires Martín Lousteau, entre otros.
“Me toca reconocer al que va a ser el intendente de Córdoba: Martín Llaryora. Nuestras mesas testigo nos dicen que el resultado es positivo del otro lado”, sentenció De Loredo. Fue el epílogo de un proceso electoral signado por graves denuncias cruzadas de clientelismo -según el PRO- y de vínculos con el narcotráfico, por el lado de Hacemos Unidos por Córdoba.
A esa misma hora en el búnker de Passerini, en un hotel cercano al aeropuerto, se desataba la euforia, la cara opuesta. «El pueblo nos eligió para que Córdoba siga para adelante», gritó el intendente electo para el deleite de los militantes. La postal era la antítesis que se había vivido minutos antes entre los dirigentes de JxC.
Con su victoria, Passerini ratificó que la victoria de Llaryora en 2019 fue algo más que un golpe de suerte ante un JxC dividido (paradójicamente por Rodrigo De Loredo y Luis Juez entonces). Constituye un fin de ciclo de la capital cordobesa como bastión radical. Desde el regreso de la democracia la única experiencia peronista en la capital había sido la de Germán Kammerath.
El triunfo en la capital le dio más volumen político al proyecto político provincial de Llaryora que se gestó a través de la gestión en la capital, donde consiguió el grueso de la diferencia contra Luis Juez, que resultó demasiado exigua, de apenas 3 puntos.
El gobernador electo se puso la campaña municipal al hombro después de derrotar a Juez. En el búnker habló loas de la candidatura presidencial de Juan Schiaretti. «Pongamos a Schiaretti de presidente (…) Qué país sería la Argentina si tuviera un presidente como es nuestro gobernador», dijo.
Schiaretti, en tanto, convirtió el acto en su propia plataforma proselitista: fue el último orador de la noche y volvió a referirse al ejemplo cordobés y a su propuesta presidencial como un vehículo para saltar «la maldita grieta».
La confusión por los guiños de Rodríguez Larreta a Schiaretti y la posibilidad de un acuerdo antes o después de las elecciones se potenciaron con el pase del ex titular del PRO en la provincia Javier Pretto a la fórmula que encabeza Passerini. El intendente electo cantó y bailó cuarteto mientras llovía papel picado.
En la provincia más antikirchnerista del país hubo elecciones en otros 20 municipios. JxC, el oficialismo provincial y partidos vecinales se repartieron las victorias.
En la capital, Passerini y De Loredo concentraron casi el 90% de los votos. Los otros 9 postulantes y el voto en blanco se repartieron el resto de las preferencias en los comicios en los que casi 500.000 cordobeses prefirieron no ausentarse.