En clave de thriller político, la ficción de seis episodios recrea la crisis de hace 22 años. Algunas caracterizaciones está bien. Otras no.
Despega el helicóptero con Fernando de la Rúa desde la terraza de Casa Rosada. Renuncia el Presidente y la Argentina se tambalea en una flamante serie de ficción política por Star+: Diciembre 2001. ¿Qué deja atrás De la Rúa? El vasto desempleo, la exclusión, el corralito financiero, la ardiente protesta en la calle y la represión policial con decenas de muertos. La peor crisis económica, institucional y social del país.
¿Crónica de un final anunciado? Diciembre 2001 reconstruye las intrigas políticas antes, durante y después del último año de gobierno de De la Rúa. Intentando, lejanamente, el tono de los thrillers conspirativos de los años ’70, la producción de Star+ expone los tejes y manejes entre el oficialismo (la Alianza) y la oposición (el peronismo).
Una feroz lucha por el poder que eclosionará -como el país- en las jornadas del 19 y 20 de diciembre de 2001.
El foco inicial de la serie está en las disputas de gabinete en la Casa Rosada y la Quinta de Olivos, a la par de las constantes operaciones de los rivales. La falta de rumbo de De la Rúa (bien caracterizado por Jean Pierre Noher, aunque el guión le pida un tono casi paródico), el mesianismo del ministro de Economía, Domingo Cavallo (Luis Machín, terrorífico), gritando “¡La convertibilidad no se toca!”, y los hilos de telaraña que entreteje Eduardo Duhalde (César Troncoso) en un peronismo de varias cabezas.
En sus seis episodios de tensión oscilante, Diciembre 2001 elige dar pinceladas estratégicas -pero contundentes- del arduo enojo social, de los cacerolazos de la clase media frente a los bancos y hasta de los saqueos a supermercados.
Pero la serie crece dramáticamente cuando retoma las maquinaciones entre el Gobierno y la oposición: las maniobras y mezquindades -partidarias y personales- que hicieron que la Argentina tocara fondo en aquellos años.
En base al libro El palacio y la calle (2002), de Miguel Bonasso, el guión de Mario Segade y la dirección de Benjamín Ávila logran una justa recreación histórica empleando dos puntos de vista inventados (licencias de la ficción): los asesores políticos que encarnan Diego Cremonesi y Nicolás Furtado.
Uno del lado de De la Rúa y del Jefe de Gabinete Chrystian Colombo (Luis Luque), desesperado por hallar racionalidad en medio de la rosca. El otro, con los colmillos afilados junto a Eduardo Duhalde.
Quizá los opuestos morales no se alejen. Más que un testigo exclusivo, el asesor Javier Cach (con el rigor actoral de Cremonesi) terminará pareciendo un fantasma penoso en Casa Rosada. O ante los ojos de su propia madre, la profesional de la salud que encarna Cecilia Rossetto, quien también sufre la confiscación de sus ahorros mientras atiende a los heridos en Plaza de Mayo.
Quedará a decisión de los espectadores establecer qué personaje queda algo mejor o peor retratado: Raúl Alfonsín, por Manuel Callau; Carlos “Chacho” Álvarez, por Fernán Mirás, y hasta Hilda “Chiche” Duhalde, por Alejandra Flechner, entre otros. Pero será un debate relativamente menor frente al espesor de los hechos y su latente cercanía, incluso 22 años después.
Con el corralito, la deuda externa y el FMI como uno de los disparadores del conflicto, la serie deja quizá una cuenta pendiente. No haber expuesto mejor las operaciones empresariales y las decisiones financieras ilegales no tan en las sombras. Junto a la clase política, allí también estuvieron las causas de la crisis del sistema, y de la democracia, en el oscuro mes de diciembre 2001.
Ficha
Calificación: Buena
Política, thriller y drama Protagonistas: Jean Pierre Noher, Diego Cremonesi, Luis Luque, Luis Machín, César Troncoso, Nicolás Furtado, Manuel Callau, Cecilia Rossetto Guión: Mario Segade Director: Benjamín Ávila Emisión: Seis episodios, disponibles en Star+. Este domingo 11 se emite el primer episodio por El Trece.