Editorial: En situaciones extremas, los bancos deben sumar su esfuerzo
El aislamiento y la inactividad que impone la cuarentena han demostrado, hasta ahora, una eficacia importante y alentadora para contener la expansión del COVID 19. La realidad es que esta pandemia se prolongará en el tiempo, y la incertidumbre que genera altera la vida y estados de ánimo de la gente.Pero existe la cuasi certeza…

El aislamiento y la inactividad que impone la cuarentena han demostrado, hasta ahora, una eficacia importante y alentadora para contener la expansión del COVID 19. La realidad es que esta pandemia se prolongará en el tiempo, y la incertidumbre que genera altera la vida y estados de ánimo de la gente.
Pero existe la cuasi certeza de que, cuando el mundo vuelva progresivamente a la normalidad, todo será muy diferente y la economía planetaria afrontará una recesión equivalente a la de la caída de Wall Street en 1929. Las superpotencias, como China y Estados Unidos, sentirán el cimbronazo, pero es muy probable que cuenten con reservas suficientes como para sobrellevarlo.
Los países con menos recursos, en cambio, son mucho más vulnerables. Entre ellos, el nuestro.
El presidente Alberto Fernández exhibe en la coyuntura un notable liderazgo y ha logrado el apoyo de casi todos los sectores, y especialmente, de la ciudadanía. A pesar de que aún faltan varias semanas para que la epidemia llegue al pico en nuestro territorio, se consolida la sensación de que tomó la decisión correcta.
Pero esa decisión tiene un costo económico y social muy elevado, que exigirá sacrificios colectivos. La paralización de la actividad disminuye día a día los recursos del Estado y de la economía, luego de décadas de dispendio del gasto, aliento al consumo más allá de las posibilidades reales y desapego al ahorro.
La mezquindad de algunos dirigentes los lleva a alentar un discurso clasista y pedir la creación arbitraria de más impuestos, algunos, incluso, inconstitucionales. Frente a eso, el presidente deberá mostrar enorme firmeza política, porque en las catástrofes, la peor consecuencia es el caos social. Y no es exagerada la palabra “catástrofe”. Los economistas calculan que las pérdidas serán, en la Argentina, de entre US$500 millones y US$1.000 millones diarios mientras dure la cuarentena.
El Observatorio PyME informó esta semana que 325.000 micro y pequeñas empresas (el 54% del total) están inactivas y solo el 10% se encuentran totalmente operativas. El costo diario de la crisis para las pymes es de US$115 millones.
En nuestra provincia, el 41% de las empresas no pagó sueldos y el 45% lo hizo a medias. El 76% de los locales en Salta capital se encuentra cerrado y lo mismo ocurre con un 64% en el interior provincial.
El relevamiento abarca más de 600 empresas salteñas de las cuales solamente un 10% accedió al crédito con una tasa anual del 24%. En general, los comerciantes señalan que los bancos no facilitan la gestión, pero muchos advierten que tomar créditos para pagar sueldos será insostenible.
Están en juego millones de puestos de trabajo.
El presidente de la Cámara salteña, Daniel Betzel, lo dijo en términos contundentes: “Los bancos le están dando la espalda a las pymes salteñas”. Mientras se baten los récords de cheques rechazados, el sistema financiero y los miembros del equipo económico no han mostrado una dinámica comparable a la de los profesionales de la salud.
La Confederación General Económica estima que “los bancos ganaron 325.000 millones de pesos en 2018 y 800.000 millones de pesos en 2019 a través de las colocaciones de Leliqs con tasas al 80%. Las entidades bancarias poseen actualmente 1,3 billones en Leliqs, que no quieren desarmar”.
El presidente Fernández dijo el viernes que las dificultades con los bancos se van a superar y el Estado va a apoyar a todos los sectores, pero también advirtió que los recursos menguan por la caída de la recaudación. La Argentina no está en condiciones de distribuir fondos compensatorios no reintegrables. Pero el sistema financiero podría actuar en nuestro país como lo hace en otros, creando un financiamiento dinámico para las empresas en crisis.
Ese aporte es imprescindible. Las otras salidas consistirían en aumentar la presión tributaria, que ya es agobiante, o apelar a una emisión inflacionaria de moneda, como se conjetura en estos días.
La Argentina está viviendo momentos de extrema crisis. El presidente y los gobernadores necesitan actuar con energía y equilibrio, exigiendo un esfuerzo parejo, porque la pandemia puede dejar al país como un campo arrasado.